lunes, 30 de marzo de 2009

viernes, 20 de marzo de 2009

la evidia

envidia es la
tristeza o pesar del bien ajeno y la emulación, deseo de algo que no se posee.
Primera definición.- Tristeza o pesar del bien ajeno.
De acuerdo a la
primera definición la envidia es sentir tristeza o pesar por el bien ajeno. De
acuerdo a esta definición lo que no le agrada al envidioso no es tanto algún
objeto en particular que un tercero pueda tener sino la felicidad en ese otro.
Entendida de esta manera, es posible concluir que la envidia es la madre del
resentimiento, un sentimiento que no busca que a uno le vaya mejor sino
que al otro le vaya peor.
Segunda definición.- Emulación, deseo de algo que
no se posee.
De acuerdo a la segunda de las acepciones la envidia se puede
encuadrar dentro de la emulación o deseo de poseer algo que otro posee. Siendo
en este caso que lo envidiado no es un sujeto sino un objeto material o
intelectual. Por lo tanto en esta segunda acepción la base de la envidia sería
el sentimiento de desagrado por no tener algo y además de eso el afán de poseer
ese algo. Esto puede llegar a implicar el deseo de privar de ese algo al otro en
el caso de que el objeto en disputa sea el único disponible.
Una tercera
posibilidad para comprender lo que la envidia implica sería la combinación de
las dos acepciones mencionadas anteriormente. Cualquiera sea el caso, la envidia
es un
sentimiento que nunca produce nada
positivo en el que lo padece sino una insalvable amargura.

lunes, 16 de marzo de 2009

La sinceridad

“Manifiesta, si es conveniente, a la persona idónea y en el momento adecuado, lo que ha hecho, lo que ha visto, lo que piensa, lo que siente, etcétera, con claridad, respeto a la situación personal o a la de los demás.”
Para muchas personas, la sinceridad, no significa tener en cuenta las palabras “si es conveniente” y “a la persona idónea y en el momento adecuado”. Para que la sinceridad tenga sentido no puede tratarse de una comunicación al azar. La persona tiene que reconocer su propia realidad y poseerla en cierto grado, para luego comunicarla, de acuerdo con su discernimiento. Concretamente, la sinceridad debería ser gobernada por la caridad y por la prudencia.
¿Alguna vez has sentido la desilusión de descubrir la verdad?, ¿esa verdad que descubre un engaño o una mentira?, seguramente que si; la incomodidad que provoca el sentirnos defraudados, es una experiencia que nunca deseamos volver al vivir, y a veces, nos impide volver a confiar en las personas, aún sin ser las causantes de nuestras desilusión.
Pero la sinceridad, como las demás virtudes, no es algo que debamos esperar en los demás, es un valor que debemos vivir para tener amigos, para ser dignos de confianza...
La sinceridad es una virtud que caracteriza a las personas por la actitud congruente que mantienen en todo momento, basada en la veracidad de sus palabras y acciones.
Para ser sinceros debemos procurar decir siempre la verdad, esto que parece tan sencillo, a veces es lo que cuesta más trabajo. Con aires de ser “francos” o “sincero”, decimos con facilidad los errores que cometen los demás, mostrando lo ineptos o limitados que son.
Pero no todo esta en la palabra, también se puede ver la sinceridad en nuestras actitudes. Cuando aparentamos lo que no somos, (normalmente es según el propósito que se persiga: trabajo, amistad, negocios, círculo social...), se tiene la tendencia a mostrar una personalidad ficticia: inteligentes, simpáticos, educados, de buenas costumbres... En este momento viene a nuestra mente el viejo refrán que dice. “dime de que presumes... y te diré de que careces”.
Cabe enfatizar que “decir” la verdad es una parte de la sinceridad, pero también “actuar” conforme a la verdad, es requisito indispensable.
El mostrarnos “como somos en realidad”, nos hace congruentes entre lo que decimos, hacemos y pensamos, esto se logra con el conocimiento y la aceptación de nuestras cualidades y limitaciones.
Ser sincero, exige responsabilidad en lo que decimos, evitando dar rienda suelta a la imaginación o haciendo suposiciones.
Para ser sincero también se requiere “tacto”, esto no significa encubrir la verdad o ser vagos al decir las cosas. Cuando debemos decirle a una persona algo que particularmente pueda incomodarla principalmente debemos ser conscientes que el propósito es “ayudar” o lo que es lo mismo, no hacerlo por despecho, enojo o porque “nos cae mal”, eso tiene otro nombre, y no es el de sinceridad, aunque lo que digas no falte a la verdad. Hay que encontrar el momento y lugar oportunos, esto último garantiza que la persona nos escuchará y descubrirá nuestra buena intención de ayudarle a mejorar.